Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 9º

 

De la devoción de los dolores y filiación de todos los pecadores en María Santísima al pie de la Cruz

Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, a quien vuestro Unigénito Hijo antes de expirar hizo Madre del género humano en cabeza del Virgen Juan, para que miréis a los hom­bres como a hijos nacidos de vuestros dolores y adoptados al pie de la Cruz por el amor del mismo Señor, y encomenda­dos a vueátro cuidado; recibidme por hijo, Madre dulcísima y encaminad hacia Dios todas mis palabras, obras y pensa­mientos; asistidme en la hora de mi muerte y recibid en vuestras manos mi alma para que muriendo debajo de vues­tro amparo consiga del Señor el último fin paira que me crió; y alcanzadme el favor particular que os pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 8º

 

De la Soledad de Nuestra Señora

Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, ya queda vuestro Unigénito Hijo, mi Señor Jesucristo, sepultado; vos Señora os volvéis sola sin la luz de vuestros ojos y sin la vida de vuestro corazón. Todos los Espíritus del cielo os acompañen oh María dolorosísi­ma, que a mi me pesa de haberos dado tantos pesares con mis culpas; yo he sido, Madre amantísima, el malhechor y cruel homicida; yo con ellas he quitado la vida a vuestro Hijo dulcísimo. A vuestros pies me postro porque me valga vuestra piedad aun habiendo sido tan cruel con­tra Vos, en vuestra grande misericordia confío y espero, por los dolores mismos que he ocasionado, el perdón que no merezco. Propongo, Señora y Madre afligidísima, firmemente la enmienda y de empezar nueva vida, para que me val­ga vuestro amparo; y alcanzadme el favor particular que os pido, si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.

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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 7º

 

De cuando habiendo bajado el Cuerpo del Señor le pusieron en sus brazos

Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, que después de haber adorado y besado la corona y los clavos de vuestro Hijo, recibisteis en vuestros delicados y virginales brazos su sacratísi­mo Cuerpo; mirad Señora dolorosísimas esas heridas que abrió la caridad; mirad esa sangre que cuajó el aire; mirad ese cuerpo bellísimo que formo el Espíritu Santo; ya tan desfigurado a tormentos. Rogadle, Señora y Madre mía, con vues­tras lágrimas, y compadeceros de mí, miserable pecador, para que arrepentido de haberos ocasionado tantos dolores y haber puesto así a vuestro Hijo mí Señor, se deshaga mi corazón en llanto; y alcan­zadme el favor particular que os pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. 

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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 6º

De cuando vio expirar al Señor en la Cruz y después herir con una lanza

 Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, que después de haber visto padecer a vuestro Unigénito Hijo los más grandes tormentos, le visteis expirar, y cuando parecía haberse acaba­do su pasión visteis a un soldado levantar la lanza y romper Su santísimo Costado, rompiendo con ella vuestro amante corazón; os suplico, Señora, que me alcancéis del Señor que yo expire y mue­ra a mis apetitos y pasiones, y me apro­veche de la puerta que de su costado ha quedado abierta para salvación de los hombres; y que rociado en su divina san­gre y agua, entre limpio de mis culpas a la eternidad de la gloria; y alcanzadme el favor particular que os pido, si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén. 

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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 5º

De cuando le vio desnudar y clavar en la Cruz

Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, que después de haber visto a vuestro Unigénito Hijo caminar con el madero santo de la Cruz, habien­do llegado al Monte Calvario, le visteis desnudar y crucificar en ella, quedando crucificada con él vuestra santísima alma, suplicóos Madre afligida, que por el grande dolor que sentisteis al ver des­nuda a la suma pureza a la vista de tanta gente, me alcancéis del Señor que yo me desnude del vestido de mis culpas y me vista perpetuamente del vestido de la inocencia y de la gracia, y que crucifique mis apetitos, y en todas las cosas viva por su amor crucificado; y alcanzadme el favor particular que os pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.


 

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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 3º

De la pérdida del Señor a los doce años de su edad en Jerusalén

Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, que subiendo con vuestro querido Hijo al templo de Jerusalén a los doce años de su edad, le perdisteis de vista a la vuelta en el cami­no, que dando con su ausencia traspasa­da de dolor y anegada en el más profun­do mar de sentimiento, y no le hallasteis hasta los tres días de su ausencia; por la grande pena que vuestra alma sintió con la pérdida de vuestra más amada prenda, os suplico que me alcancéis del Señor que no me pierda más, a su divina gracia, como hasta ahora lo he hecho con mis repetidas culpas, para lo cual pido el per­dón de ellas, y prometo la enmienda; y alcanzadme el favor particular que os pido si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.


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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 2º

De la persecución de Herodes y huida a Egipto

Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, que obligada de la crueldad y persecución de Herodes os hallasteis en la precisión de huir a Egipto con vuestro Unigénito Hijo, mi Señor Jesucristo, recién nacido, padeciendo los más grandes trabajos en tan dilatado camino, viéndoos desterrada y persegui­da, y viendo a vuestro divino Infante ser buscado para matarle; por este grande dolor que vuestra purísima alma sintió, os suplico que me alcancéis de vuestro Hijo los auxilios de su divina gracia, con los cuáles destierre mis culpas y mate al cruel Herodes de la pasión que más domine, y que me alcancéis el favor par­ticular que os pido, si ha de ser para glo­ria de Dios y bien de mi alma. Amén.

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Novena a Nuestra Madre la Virgen de los Dolores: Día 1º

De la profecía de Simeón

 Tristísima y dolorosísima Virgen María, mi Señora, que desde aquel día en que presentando a vuestro Unigénito Hijo, mi Señor Jesucristo, en el Templo de Jerusalén os anunció el Sumo Sacerdote Simeón que una espada de dolor había de traspasar vuestra santísi­ma alma, comenzasteis a vivir una vida llena del más acerbo dolor, acordándoos continuamente de lo que con vuestro divino Hijo había de suceder; abrazad Señora, juntos todos los dolores que os esperan, y ofrecedlos al eterno Padre, padecidos en el cuerpo de vuestro Hijo, y puestos en vuestro corazón, para que se ablande la dureza del mío; y alcanzad­me el favor que pido en esta Novena, si ha de ser para gloria suya y bien de mi alma. Amén.

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