Liturgia y santoral 1/7/20 MIÉRCOLES
FERIA
Amós 5, 14-15. 21-24
Retirad de mi presencia el estruendo del canto; fluya la justicia como arroyo perenne
Buscad el bien y no el mal, y viviréis, y así estará con vosotros el Señor Dios de los ejércitos, como deseáis. Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia en el tribunal. Quizá se apiade el Señor, Dios de los ejércitos, del resto de José.
“Detesto y rehúso vuestras fiestas -oráculo del Señor-, no quiero oler vuestras ofrendas. Aunque me ofrezcáis holocaustos y dones, no me agradarán; no aceptaré los terneros cebados que sacrificáis en acción de gracias.
Retirad de mi presencia el estruendo del canto, no quiero escuchar el son de la cítara; fluya como el agua el juicio, la justicia como arroyo perenne.”
Salmo responsorial: 49
Al que sigue buen camino / le haré ver la salvación de Dios.
“Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte; / Israel, voy a dar testimonio contra ti; / -yo, Dios, tu Dios-.” R.
“No te reprocho tus sacrificios, / pues siempre están tus holocaustos ante mí. / Pero no aceptaré un becerro de tu casa, / ni un cabrito de tus rebaños.” R.
“Pues las fieras de la selva son mías, / y hay miles de bestias en mis montes; / conozco todos los pájaros del cielo, / tengo a mano cuanto se agita en los campos.” R.
“Si tuviera hambre, no te lo diría: / pues el orbe y cuanto lo llena es mío. / ¿Comeré yo carne de toros, / beberé sangre de cabritos?” R.
“¿Por qué recitas mis preceptos / y tienes siempre en la boca mi alianza, / tú que detestas mi enseñanza / y te echas a la espalda mis mandatos?” R.
Mateo 8, 28-34
¿Has venido a atormentar a los demonios antes de tiempo?
En aquel tiempo llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino. Y le dijeron a gritos: “¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?”
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron: “Si nos echas, mándanos a la piara”. Jesús les dijo: “Id”. Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
SANTORAL:
- San Aarón, San Aarón de Carlon, San Atilano Cruz Alvarado, San Carilefo, San Domiciano de Bebrón, San Eparquio de Angulema, Santa Ester, San Golveno de León, San Justino Orana Madrigal, San Martín de Vienne, San Nicasio Camuto de Burgio, San Oliverio Plunkett, San Simeón el Loco, San Teodorico de Mont-d’Or, San Zhang Huailu, Santa Leonor.
• Beato Antonio Rosmini, Beato Ignacio Falzon, Beato Juan Nepomuceno Chrzan, Beato Tomás Maxfield.
San Simeón el Loco (también conocido como Aba Simeón) fue un monje, eremita y santo cristiano del siglo VI que murió aproximadamente durante el año 570. Está considerado el patrón de los santos locos y de los titiriteros
Simeón era de origen sirio. Nació en Edesa, donde vivió soltero, acompañado de su anciana madre. A los treinta años, acompañado por su amigo Juan de Edesa, Simeón hizo los votos monásticos en el monasterio del abad Gerásimo.3 Simeón y Juan estuvieron durante veintinueve años dedicados al ascetismo y a la meditación en las proximidades del mar Muerto.4 Posteriormente Simeón dijo que Dios le había pedido que abandonara su vida retirada en el desierto y que se trasladara a la ciudad de Homs, donde se dedicó a la caridad y a hacer obras piadosas. Allí comenzó su locura, esto es, su comportamiento nada convencional, como por ejemplo su entrada en la ciudad arrastrando un perro muerto, sus gamberradas en el templo ―donde apagaba las lámparas para manosear a las mujeres―, sus obscenidades e indecencias ―se paseaba completamente desnudo por la ciudad― y sus flatulencias en público. Estas extravagancias eran tomadas por la gente como signo de iluminación divina; aunque otros le insultaban por ello e incluso llegaban a castigarle físicamente.
En cierta ocasión se acercó a él un hombre enfermo de glaucoma. Cristo había curado la ceguera empleando saliva y arcilla y Simeón trató de curarlo untándole mostaza en los ojos: el enfermo sintió una gran quemadura y su enfermedad se agravó. Simeón logró curarle finalmente cuando le explicó que lo que debía era arrepentirse de sus pecados y enmendar su vida.
Simeón murió hacia el año 570 y fue enterrado en la fosa común destinada a mendigos y extranjeros. Mientras se transportaba su cuerpo, varias personas dijeron haber escuchado cánticos sobrenaturales.
2020-07-01 00:00:01