Liturgia y santoral 10/6/20 MIÉRCOLES
FERIA
1Reyes 18, 20-39
Que sepa este pueblo que tú eres el Dios verdadero, y que tú les cambiarás el corazón
En aquellos días, el rey Ajab despachó órdenes a todo Israel, y los profetas de Baal se reunieron en el monte Carmelo.
Elías se acercó a la gente y dijo: “¿Hasta cuándo vais a caminar con muletas? Si el Señor es el verdadero Dios, seguidlo; si lo es Baal, seguid a Baal.”
La gente no respondió una palabra. Entonces Elías les dijo: “He quedado yo solo como profeta del Señor, mientras que los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. Que nos den dos novillos: vosotros elegid uno; que lo descuarticen y lo pongan sobre la leña, sin prenderle fuego; yo prepararé el otro novillo y lo pondré sobre la leña, sin prenderle fuego. Vosotros invocaréis a vuestro dios, y yo invocaré al Señor; y el dios que responda enviando fuego, ése es el Dios verdadero.”
Toda la gente asintió: “¡Buena idea!”
Elías dijo a los profetas de Baal: “Elegid un novillo y preparadlo vosotros primero, porque sois más. Luego invocad a vuestro dios, pero sin encender el fuego.”
Cogieron el novillo que les dieron, lo prepararon y estuvieron invocando a Baal desde la mañana hasta mediodía: “¡Baal, respóndenos!”
Pero no se oía una voz ni una respuesta, mientras brincaban alrededor del altar que habían hecho.
Al mediodía, Elías empezó a reírse de ellos: “¡Gritad más fuerte! Baal es dios, pero estará meditando, o bien ocupado, o estará de viaje; ¡a lo mejor está durmiendo y se despierta!”
Entonces gritaron más fuerte; y se hicieron cortaduras, según su costumbre, con cuchillos y punzones, hasta chorrear sangre por todo el cuerpo.
Pasado el mediodía, entraron en trance, y así estuvieron hasta la hora de la ofrenda. Pero no se oía una voz, ni una palabra, ni una respuesta.
Entonces Elías dijo a la gente: “¡Acercaos!”
Se acercaron todos, y él reconstruyó el altar del Señor, que estaba demolido: cogió doce piedras, una por cada tribu de Jacob, a quien el Señor había dicho: “Te llamarás Israel”; con las piedras levantó un altar en honor del Señor, hizo una zanja alrededor del altar, como para sembrar dos fanegas; apiló la leña, descuartizó el novillo, lo puso sobre la leña y dijo: “Llenad cuatro cántaros de agua y derramadla sobre la víctima y la leña.”
Luego dijo: “¡Otra vez!”
Y lo hicieron otra vez.
Añadió: “¡Otra vez!”
Y lo repitieron por tercera vez.
El agua corrió alrededor del altar, e incluso la zanja se llenó de agua.
Llegada la hora de la ofrenda, el profeta Elías se acercó y oró: “¡Señor, Dios de Abrahán, Isaac e Israel! Que se vea hoy que tú eres el Dios de Israel, y yo tu siervo, que he hecho esto por orden tuya. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que sepa este pueblo que tú, Señor, eres el Dios verdadero, y que eres tú quien les cambiará el corazón.”
Entonces el Señor envió un rayo que abrasó la víctima, la leña, las piedras y el polvo, y secó el agua de la zanja.
Al verlo, cayeron todos sobre su rostro, exclamando: “¡El Señor es el Dios verdadero! ¡El Señor es el Dios verdadero!”
Salmo responsorial: 15
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; / yo digo al Señor: “Tú eres mi bien.” R.
Multiplican las estatuas / de dioses extraños; / no derramaré sus libaciones con mis manos, / ni tomaré sus nombres en mis labios. R.
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa; / mi suerte está en tu mano. / Tengo siempre presente al Señor, / con él a mi derecha no vacilaré. R.
Me enseñarás el sendero de la vida, / me saciarás de gozo en tu presencia, / de alegría perpetua a tu derecha. R.
Mateo 5, 17-19
No he venido a abolir, sino a dar plenitud
«No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los cielos».
SANTORAL:
- Santa Olivia de Palermo, San Amancio mártir, San Arecio mártir, San Asterio de Petra, San Bogumilo de Gniezno, San Censurio de Auxerre, San Itamar de Rochester, San Landerico, San Maurino abad, San Trípodes mártir.
• Beata Diana de Andaló, Beato Eduardo Poppe, Beato Enrique de Bolzano, Beato Gualterio Pierson, Beato Juan Dominici, Beato Tomás Green.
San Landerico de París, obispo
En París, ciudad de Neustria, san Landerico, obispo, de quien se cuenta que, en tiempo de hambre, para atender a los pobres enajenó los ornamentos de la iglesia, y que edificó un hospital junto a la iglesia catedral.
Durante el reinado de Clovis II y en el año 650, San Landerico se convirtió en obispo de París. Era un hombre muy sencillo, de profunda devoción, que se distinguió particularmente por su gran amor a los pobres. Para aliviar sus penurias durante una época de hambre, no sólo vendió todas sus posesiones personales, sino también algunos vasos y muebles de la Iglesia. Antes de que san Landerico gobernase la diócesis, no había en París otras facilidades para atender a los pobres que unas cuantas hospederías y «matriculae» que, para sostenerse, día con día, dependían exclusivamente de las cotidianas limosnas.
A San Landerico se le atribuye la fundación del primer hospital propiamente dicho que hubo en París, cerca de la catedral de Notre Dame y dedicado a San Cristóbal. Posteriormente, aquel pequeño centro de beneficencia se desarrolló hasta convertirse en la gran institución del Hótel-Dieu, que durante muchos siglos fue famosa en todo el mundo. En el año 653, el obispo Landerico eximió de su jurisdicción episcopal a la abadía de Saint Denis. La fecha de la muerte de San Landerico es incierta, pero no hay duda de que ocurrió antes del 660, puesto que aquel año, un monje llamado Marculfo, le dedicó una colección de fórmulas eclesiásticas que él mismo había reunido por instrucciones del extinto obispo.
2020-06-10 00:00:01