Liturgia y santoral 12/10/14 XXVIII DOMINGO ORDINARIO
XXVIII DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
– Is 25, 6-10a. El Señor preparará un festín y enjugará las lágrimas de todos
los rostros.
– Sal 22. R. Habitaré en la casa del Señor, por años sin término.
– Flp 4, 12-14. 19-20. Todo lo puedo en aquel que me conforta.
– Mt 22, 1-14. A todos los que encontréis, convidadlos a la boda
1 Tomando Jesús de nuevo la palabra les habló en parábolas, diciendo:
2 «El Reino de los Cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo.
3 Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir.
4 Envió todavía otros siervos, con este encargo: Decid a los invitados: “Mirad, mi banquete está preparado, se han matado ya mis novillos y animales cebados, y todo está a punto; venid a la boda.”
5 Pero ellos, sin hacer caso, se fueron el uno a su campo, el otro a su negocio;
6 y los demás agarraron a los siervos, los escarnecieron y los mataron.
7 Se airó el rey y, enviando sus tropas, dio muerte a aquellos homicidas y prendió fuego a su ciudad.
8 Entonces dice a sus siervos: “La boda está preparada, pero los invitados no eran dignos.
9 Id, pues, a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos a la boda.”
10 Los siervos salieron a los caminos, reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas se llenó de comensales.
11 «Entró el rey a ver a los comensales, y al notar que había allí uno que no tenía traje de boda,
12 le dice: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de boda?” El se quedó callado.
13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle de pies y manos, y echadle a las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes.”
14 Porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.»
SANTORAL:
Nuestra Señora del Pilar
Santos: Domnina, Evagrio, Prisciano, Edistio, mártires; Maximiliano; Walfrido, Monas, Salvino, obispos; Eustaquio, presbítero; Seafín, confesor; Amelio, Amigo, Fiacra, Florencio, mártires.
NUESTRA SEÑORA DEL PILAR
«Tú permaneces como la columna que guiaba y sostenía al pueblo en el desierto». María, asentada en el pilar de su basílica. Los zaragozanos, han sido de siempre un punto de apoyo imbatible de la fe del pueblo español. Se ha puesto recientemente en tela de juicio el valor histórico del dato de la predicación del Apóstol Santiago en España y, por lo mismo, la garantía de la visita que le hiciera María pidiéndole que le edificara un santuario.
Por desgracia, la persecución de Diocleciano destruyó por el fuego los archivos de la primitiva Iglesia. Pero, sea cual fuere la verosimilitud histórica de tales hechos, es incuestionable, ya desde el siglo noveno por lo menos, la piedad de los reyes y el pueblo entero para Nuestra Señora del Pilar. Señalada su fiesta por el papa Clemente XII en el día 12 de octubre, los destellos de ese bendito Pilar irradiaron hasta el otro extremo del océano Atlántico, a donde en un 12 de octubre llegaba a bordo de las carabelas descubridoras, capitaneadas no en vano por la nao Santa María, «la luz de la fe». Cuando Pío XII, el 14 de febrero de 1958, concedía a todas las iglesias de España, Iberoamérica y Filipinas «la misa propia de la Bienaventurada Virgen María del Pilar», abrazaba en un lazo de hermandad de fe a un rosario de pueblos nuevos y viejos para que, con la unidad de un mismo idioma castellano, felicitaran una vez más a María «porque el Poderoso ha hecho grandes obras por ella» y le rogaran su intercesión para «permanecer firmes en la fe y generosos en el amor.