Liturgia y santoral 13/9/16 MO: SAN JUAN CRISÓSTOMO

Memoria obligatoria: SAN JUAN CRISÓSTOMO, obispo y doctor
1Corintios 12, 12-14. 27-31a
Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro
Hermanos: Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo.
Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. El cuerpo tiene muchos miembros, no uno solo.
Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno es un miembro. Y Dios os ha distribuido en la Iglesia: en el primer puesto los apóstoles, en el segundo los profetas, en el tercero los maestros, después vienen los milagros, luego el don de curar, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas, el don de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan? Ambicionad los carismas meJores.
Salmo responsorial: 99
Somos un pueblo y ovejas de su rebaño.
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, / por sus atrios con himnos, / dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
“El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades.” R.
Lucas 7, 11-17
¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: “No llores.”
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo: “¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!” El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: “Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo;”
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.

SANTORAL:
Santos: Juan Crisóstomo, obispo y doctor de la Iglesia; Felipe, Macrobio, Julián, Ligorio, mártires; Maurilio, Eulogio, obispos; Amado, abad; Israel y Teobaldo Santos, canónigos; Beato Amadeo, monje y abad; Venerio, eremita.

Imagen
SAN JUAN CRISÓSTOMO 347-407
El 14 de septiembre del año 404, Juan I Crisóstomo («Boca de oro»), patriarca de Constantinopla, moría de agotamiento en Comana (Turquía), en camino hacia el exilio que le había supuesto su firmeza en la enseñanza de la moral evangélica ante la emperatriz Eudoxia. Con frecuencia suele ocurrir que, en la vida de una gran personalidad, la función que desempeñaba en el momento de su muerte deja en el olvido todo su pasado. Así, San Juan Crisóstomo ha quedado para la posteridad como el obispo cuya vigorosa palabra fustigaba el lujo insolente a de los pobres: de los ricos y defendía sin desfallecer la causa de los pobres: “«Ten un asilo para Cristo. Di: esta es la habitación de Cristo. Hay un lugar reservado para los carros, y para Cristo errante. ninguno». Siendo todo esto verdad, no hay que olvidar que el episcopado de Juan no duró más que seis años (398-404). Antes había ejercido el ministerio pastoral en Antioquía durante doce años. Allí fue donde comenzó a dar su medida como predicador. Muchas de sus homilías fueron predicadas en Antioquía. Hay que recordar, en fin, que Juan había superado los treinta años cuando recibió el diaconado (381). Había conocido con anterioridad, en Antioquía, donde naciera hacia el 349 una feliz infancia junto a su madre y hermana, y, más tarde, la alegría del descubrimiento de una gran sabiduría y la mayor aún de hallar en la soledad la intimidad divina.
No hay nada como pinchar una conciencia culpable para que una persona se sienta ofendida. Cuando tu conciencia te incomoda, de repente todo comentario parece ir dirigido directamente hacia ti.
La emperatriz Eudoxia debía tener una conciencia culpable porque cuando San Juan Crisóstomo predicó contra la vanidad y el derroche entre las mujeres de la corte e hizo comparaciones con la tristemente famosa Jezabel, Eudoxia (y otra serie de personas) supuso que se refería a ella. Como muchas personas con conciencia culpable, Eudoxia imaginó que el modo más fácil de quitarse de encima los pinchazos era eliminando la persona que tenía la aguja. Dispuso el modo de eliminar a San Juan Crisóstomo; éste murió mientras viajaba hacia el Mar Negro.
¿Qué haces cuando tu conciencia te incomoda? ¿Tratas de ignorarla o le prestas atención? A veces pensamos que el único propósito de la conciencia es el de hacernos sentir culpables, pero, en realidad, una conciencia es nuestra guía interna que nos aleja del peligro y nos dirige a la seguridad. Es un poco como las luces de advertencia en el salpicadero del coche. Cuando la gasolina disminuye o baja la presión del aceite, se encienda una luz para alertarte. Del mismo modo, tu conciencia trata de alertarte cuando estás tomando decisiones que no son convenientes para ti. Trata de enviarte una advertencia cuando te mueves en direcciones dañinas a tu crecimiento y desarrollo espiritual, de modo que puedas pararte a tiempo para tomar una decisión mejor y más productiva.