Liturgia y santoral 14/4/18 SÁBADO
SÁBADO
Primera lectura
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (6,1-7):
En aquellos días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.
Los Doce, convocando a la asamblea de los discípulos, dijeron:
«No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos del servicio de las mesas. Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea; nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra».
La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos orando.
La palabra de Dios iba creciendo y en Jerusalén se multiplicaba el número de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Salmo
Sal 32,1-2.4-5.18-19
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
La palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en los que esperan su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (6,16-21):
AL oscurecer, los discípulos de Jesús bajaron al mar, embarcaron y empezaron la travesía hacia Cafarnaún. Era ya noche cerrada, y todavía Jesús no los había alcanzado; soplaba un viento fuerte, y el lago se iba encrespando. Habían remado unos veinticinco o treinta estadios, cuando vieron a Jesús que se acercaba a la barca, caminando sobre el mar, y se asustaron.
Pero él les dijo:
«Soy yo, no temáis».
Querían recogerlo a bordo, pero la barca tocó tierra en seguida, en el sitio adonde iban.
SANTORAL:
• San Abundio de Roma, San Asaco, San Benito de Aviñón, San Bernardo de Tiron, San Frontón, San Juan de Montemarano, San Lamberto de Lyon, Santa Lidia (o Liduvina) de Schiedam, San Pedro González Telmo, San Tiburcio, Santa Tomáide, San Valeriano.
• Beata Isabel Calduch Rovira.
Benito de Aviñón, más conocido como San Bénézet o san Benedicto (Benito), nació en 1165 en Ardèche y murió en 1184, es un joven pastor quien, según la leyenda, construyó el puente de la ciudad de Avignon, Francia, después de cargar una gran roca hasta la orilla del río como prueba del poder de Dios.
En 1170, Bénézet escuchó una voz celeste que le animaba a construir un puente en el Rhône. Fue entonces a Avignon para encontrarse con el obispo quien, al principio, escéptico, acepta su proposición. Con un grupo de amigos, y Bénézet empieza la construcción del Puente de Avignon en 1177.
Bénézet, muy dedicado a los pobres que pasaban, predicaba el Evangelio, recorriendo la región para recolectar limosnas. Muere en 1184, a la edad de 19 años, antes de haber visto la terminación del puente. Después de su muerte, sus amigos se unieron para formar una orden religiosa: la Orden de los hermanos pontífices, aprobada en 1189 por el papa Clemente III. Su vocación era la de recoger fondos para construir obras de arte, mantenerlas, dar posada a a los peregrinos y a los viajeros. La orden fue suprimida en 1459.
La leyenda, conservada en los archivos del departamento de Vaucluse, es seguida de una firma de testigos, lo que hace pensar que un proceso de canonización se hubo realizado. Los testigos fueron llamados 20 años después de la muerte de Bénézet. Ellos confirmaron que el joven pastor puso la primera piedra del puente y relataron varios milagros que se vieron antes y después de su muerte.
Primero elevó y movió una piedra que ni 30 hombres la hubieran podido mover, la primera del puente. Con este gesto, muchos vieron la ayuda de Dios y la ayuda comenzó a llegar. Es el primero de los milagros que se le atribuyen a su llegada a Avignon.
Los demás milagros se centran esencialmente en los sordos, los ciegos y los discapacitados