Liturgia y santoral 16/2/14 VI DOMINGO ORDINARIO
VI DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
– Eclo 15, 16-21. No mandó pecar al hombre.
– Sal 118. R. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.
– 1Cor 2, 6-10. Dios predestinó la sabiduría antes de los siglos para nuestra gloria.
– Mt 5, 17-37. Se dijo a los antiguos, pero yo os digo
17 «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento.
18 Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que todo suceda.
19 Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
20 «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
21 «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal.
22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano “imbécil”, será reo ante el Sanedrín; y el que le llame “renegado”, será reo de la gehenna de fuego.
23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti,
24 deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.
25 Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
26 Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
27 «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
28 Pues yo os digo: Todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón.
29 Si, pues, tu ojo derecho te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la gehenna.
30 Y si tu mano derecha te es ocasión de pecado, córtatela y arrójala de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo vaya a la gehenna.
31 «También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.
32 Pues yo os digo: Todo el que repudia a su mujer, excepto el caso de fornicación, la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada, comete adulterio.
33 «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos.
34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo , porque es el trono de Dios,
35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén , porque es la ciudad del gran rey.
36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37 Sea vuestro lenguaje: “Sí, sí”; “no, no”: que lo que pasa de aquí viene del Maligno.
SANTORAL:
Onésimo, Honesto, Simeón, obispos; Pánfilo, Valente, Paulo, Porfirio, Julián, Elías, Isaías, Samuel, Daniel, Jeremías, Seleuco y Teódulo, mártires; Juliana, virgen y mártir; Flaviano, anacoreta
Juliana, virgen y mártir († s. III)
Cuando llegó la paz de Constantino, la matrona Sofronia tomó las reliquias del cuerpo de la mártir Juliana con la intención de llevarlas consigo a Roma. Por una tempestad, tuvo que desembarcar en Puzoli donde le edificó un templo que luego destruyeron los lombardos. Las reliquias se vieron peligrar y prudentemente se trasladaron a Nápoles donde reposan y se veneran con gran devoción.
En Nicomedia tuvieron lugar los hechos, de mil maneras narrados y con toda clase de matices comentados, en torno a esta santa que hizo un proyecto de su vida contrapuesto al deseado por su padre. Los narraré escuetamente adelantando ya que fue por la persecución de Maximiano.
Juliana es hija de una conocida familia ilustre pero con un padre pagano metido en el ejercicio del Derecho – que cuando llega el momento llega a convertirse en perseguidor de los cristianos – y una madre agnóstica. Ella, por la situación del entorno familiar nada favorable para la vivencia cristiana, se ha hecho bautizar en secreto. Además se le ha ocurrido entregarse enteramente a Cristo y no entra el casamiento en sus planes de futuro. Este es el marco.
La dificultad del caso comienza cuando Eluzo, que es un senador joven, quiere casarse con Juliana. La cosa se pone aún más interesante porque, conociendo que Eluzo bebe los vientos por su hija, ya ha concertado el padre el matrimonio entre el senador y la joven, comprometiendo su honorabilidad.
La supuesta novia lo recibe amablemente y con cortesía haciendo gala de su esmerada educación. Pero, al llegar el momento culminante de los detalles matrimoniales, salta sobre el tapete una condición al aspirante con la intención de desligarse del compromiso. No lo aceptará -le dice- mientras no sea juez y prefecto de la ciudad. Claro que eso era como pedir la luna; pero se vio pillada en sus palabras ya que en poco tiempo, gracias a influencias, dinero y valía personal, Eluzo se ha convertido en juez y prefecto de Nicomedia; además, continúa insistiendo en sus pretensiones matrimoniales con Juliana. La doncella mantiene la dignidad dándole toda clase de felicitaciones y parabienes, al tiempo que le asegura no poder aceptar el matrimonio hasta que se dé otra condición imprescindible para cubrir la sima que los separa: debe hacerse cristiano.
Ante tamaño disparate es el propio Eluzo quien pondrá al padre al corriente de lo que está pasando y de la «novedad» que se presenta. «Si eso es verdad, seremos juez y fiscal para mi hija». Juliana sólo sabe contestar a su padre furioso que ansía ser la primera dama de la ciudad, pero que sin ser cristiano, todo lo demás lo estima en nada.
«Por Apolo y Diana! Más quiero verte muerta que cristiana».
En la conversación tratará a su padre con respeto y amor de hija, pero… «mi Salvador es Jesucristo en quien tengo puesta toda mi confianza». Vienen los tormentos esperados cuando las razones no son escuchadas. Estaño derretido y fuego; además, cárcel para darle tiempo a pensar y llevarla a un cambio de actitud. Finalmente, con 18 años, se le corta la cabeza el 16 de febrero del 308.
Alguna vez hay padres «se pasan» al forzar a sus hijos cuando tienen que elegir estado. Esto tiene más complicaciones si razones profundas, como la fe práctica, dificulta la comprensión de los motivos que distancian. ¿No pensaría el padre de Juliana que sin matrimonio y cristiana su hija sería desgraciada? Quizá con viva fe cristiana llegara a vislumbrar que Jesucristo llena más que el dinero, el poder, la dignidad y la fama.