Liturgia y santoral 16/4/13 MARTES
FERIA
– Hch 7, 51-8, 1a. Señor Jesús, recibe mi espíritu.
– Sal 30. R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
– Jn 6, 30-35. No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el verdadero pan del cielo
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: “¿Y qué signo vemos que haces tú, para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Les dio a comer pan del cielo.”” Jesús les replicó: “Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.” Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de este pan.” Jesús les contestó: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.”
SANTORAL:
Santos: Engracia, virgen y mártir; 18 mártires de Zaragoza: Optato, Luperco, Suceso, Marcial, Urbano, Julia, Quintiliano, Publio, Frontón, Félix, Ceciliano, Evencio, Primitivo, Apodemo y Saturnino; Benito José Labre, Joaquín, Dragón, confesores; Toribio de Liébana, Fructuoso, Paterno, obispos; Lamberto, Calixto, Cayo, Cremencio, Carisio, Irene, Leónidas, Baudilio, Urbano, mártires; Magno, conde; María Bernarda Soubirous, virgen.
SANTA ENGRACIA, virgen y mártir +304
En tiempos del emperador Diocleciano (285-305) fue cuando más sañudamente fue perseguida la religión cristiana. Por España se extendía de modo prodigioso y había que atajarla. Para ello envió como prefecto al cruel Daciano que regó de sangre inocente todas las tierras españolas.
Aunque hayan desaparecido las Actas Martiriales han llegado hasta nosotros noticias fidedignas de la heroicidad y martirio de Santa Engracia. El inspirado poeta Prudencio, en su Libro de las Coronas, himno IV, después de cantar maravillosamente el valor de estos mártires, les contempla llegando al cielo “donde serán presentados por un ángel, al mismo tiempo que la virgen Engracia…”.
Han llegado hasta Zaragoza noticias de las barbaridades que por donde pasa realiza el impío Daciano. Ya se conocen los pormenores y valentía de Eulalia de Barcelona. Aquellos días se encontraba en Zaragoza la noble joven Engracia, que venía de Brácara y se dirigía hacia el Rosellón acompañada de un numeroso cortejo para encontrarse con su prometido y allí contraer matrimonio cristiano.
Al llegar a Zaragoza, coinciden con la venida de Daciano y sus órdenes de persecución contra los cristianos. Santa Engracia confiesa su fe y se atreve a defender a los seguidores de Cristo.
Su martirio ha quedado como uno de los más violentos y mereció uno de los mejores himnos de Prudencio. Después de ser arrastrada por las calles del tiro de unos caballos, es azotada con garfios hasta sacarle el hígado y dejar a la vista de todos, su corazón, para terminar atravesándole la cabeza con un clavo. el 16 DE ABRIL del año 304.
Engracia no iba sola. Le acompañaban como apuestos caballeros todos los pajes de su séquito dispuestos a correr la misma suerte que su Dama ya que era su misma fe la que profesaban. Eran éstos, para feliz memoria: Luperco, Optato, Suceso, Marcial, Urbano, Julio, Quintiliano, Publio, Frontón, Félix, Ceciliano, Evencio, Primitivo, Apodemio, Maturino, Casiano, Fausto y Jenaro. Zaragoza, impresionada, dedicó prontamente una cripta con su nombre, para albergar sus reliquias y las de los 18 acompañantes: Lupercio, Optato y Sucesio; Marcial, Urbano y Julio: Quintiliano. Publio y Froncio; Félix. Ceciliano y Evencio: Primitivo, Apodemo y Maturino; Casiano. Fausto y Jenaro; y también las “santas masas” de los llamados Innumerables Mártires