Liturgia y santoral 17/12/16 SÁBADO

FERIA
Génesis 49,2.8-10
No se apartará de Judá el cetro
En aquellos días, Jacob llamó a sus hijos y les dijo: “Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: A ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro, ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está reservado, y le rindan homenaje los pueblos.”
Salmo responsorial: 71
Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey, / tu justicia al hijo de reyes, / para que rija a tu pueblo con justicia, / a tus humildes con rectitud. R.
Que los montes traigan paz, / y los collados justicia; / que él defienda a los humildes del pueblo, / socorra a los hijos del pobre. R.
Que en sus días florezca la justicia / y la paz hasta que falte la luna; / que domine de mar a mar, / del Gran Río al confín de la tierra. R.
Que su nombre sea eterno, / y su fama dure como el sol; / que él sea la bendición de todos los pueblos, / y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R.
Mateo 1,1-17
Genealogía de Jesucristo, hijo de David
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán. Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el rey.
David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a Joatán, Joatán a Acaz, Acaz a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a Amós, Amós a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el destierro de Babilonia.
Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaquín, Eliaquín a Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquim, Aquim a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar a Matán, Matán a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.

SANTORAL:
Santos: Lázaro, obispo; Azarías, Ananías, Misael, mártires; Egil, Florián, Cristóbal, confesores; Olimpíades, viuda; Bega, abadesa; Mainardo, Esturnio, abades; Judi, Yolanda (Violante), priora; Beato José Manyanet, fundador de los RR. Hijos de la Sagrada Familia.

Imagen
SAN LÁZARO S. I
Es el protagonista de un milagro clamoroso del Evangelio, la resurrección del hospitalario Lázaro de Betania, hermano de Marta y María; cuando hace varios días que está sepultado y, como dicen a Jesús, «ya hiede», le llama el Maestro, ¡Lázaro, sal fuera!, y el cadáver recobra vida y aparece ante el pasmo de todos devuelto a la luz.
En torno a la figura de Lázaro la leyenda cristiana inventará mil historias poéticas y confusas; se le confunde con el mendigo homónimo de la parábola del rico Epulón y su nombre ampara los lazaretos o asilos para leprosos, se le hace viajar al sur de Francia, junto con las tres Marías, y allí evangeliza las bocas del Ródano con dignidad de obispo (así se le menciona sorprendentemente en el santoral: Lázaro, obispo) hasta morir mártir.
Todo eso es fantasía que adorna el hecho estupendo de una resurrección que ha hecho soñar a tantos: ¿cómo podía vivir de nuevo entre nosotros después de haber estado en el mundo de ultratumba? ¿Con qué desengañados ojos que han visto el más allá podía contemplar Lázaro el cotidiano trajín de su casa familiar de Betania?
Pero en el fondo san Lázaro, obispo o no, nos impresiona más que por haber provocado el gran milagro por una circunstancia especialísima que se menciona antes del hecho: Jesús le amaba, le amaba mucho, y lloró desconsoladamente ante su tumba. Jesús llorando ante todos por un amigo al que amaba.
¿Cómo debía de ser Lázaro para que Él llorase su muerte, para que le amase tanto? Sin duda era un hombre de bondad extraordinaria, un corazón hondo y generoso que despertó ese amor cuyos ecos resuenan en el Evangelio como para recordarnos la fibra humana y conmovida del Hijo de Dios que primero llora por la muerte de su amigo y luego, con unas breves e imperiosas palabras repite, ahora desde la muerte, el milagro de la creación, haciendo vivir