Liturgia y santoral 17/8/14 XX DOMINGO ORDINARIO

XX DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO
– Is 56, 1. 6-7. A los extranjeros los traeré a mi monte santo.
– Sal 66. R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
– Rom 11, 13-15. 29-32. Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
– Mt 15, 21-28. Mujer, qué grande es tu fe.
21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y de Sidón.
22 En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo: «¡Ten piedad de mí, Señor, hijo de David! Mi hija está malamente endemoniada.»
23 Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban: «Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.»
24 Respondió él: «No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.»
25 Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo: «¡Señor, socórreme!»
26 El respondió: «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.»
27 «Sí, Señor – repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.»
28 Entonces Jesús le respondió: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas.» Y desde aquel momento quedó curada su hija.

SANTORAL:
Santos: Beatriz de Silva, fundadora; Anastasio, obispo; Jacinto, confesor; Acacio, Cuadrado, Bonifacio, Siervo, Rústico, Rogato, Séptimo, Máximo, Mamés, Paulino, Juliana, Mirón, Eutiquiano, Cipriano, Liberato, mártires; Alipio, Cecilia, Benedicta, Reinilda, Donato, Ernán, confesores; Carlomagno, monje; Clara, virgen.

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Jacinto de Polonia, religioso (1185 1257)
La Iglesia está en plena época feudal propia de la época. Los obispos y abades son grandes señores con mucho poder e influencia incluso en las decisiones políticas de los nobles y reyes. También un Francisco de Asís habla a las aves y un Domingo está convirtiendo herejes. Roma ha conseguido centralizar la disciplina y liturgia y se ve en la obligación de atender a todos los asuntos; hace mucho por arreglar las complicadas cosas de los reinos y algunas se escapan a su control.
Jacinto es hijo de los condes de Konskie; nació en el castillo de Lanka, fortaleza que domina la villa polaca de Gross-Stein. Estudió en Praga, hizo derecho en Bolonia y cursó teología en París. Con tal curriculum es nombrado canónigo de Cracovia.
Un viaje a Roma va a influir de modo decisivo en su vida. Iba a la Ciudad Eterna acompañando con otros clérigos a su tío Yvon Odrowaz, entonces obispo de Cracovia, para hacer visita reglamentaria al Papa; esta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán, que está allí cumpliendo encargos de Honorio III. El encuentro del buen obispo con el santo fundador tuvo lugar con ocasión de un milagro reciente. Y el motivo fue la súplica y el ruego esperanzado de conseguir religiosos misioneros para Cracovia, que estaba necesitada de sacerdotes y de instrucción. No cuenta Domingo con predicadores polacoparlantes. Pero cuatro de los acompañantes del obispo polaco se muestran dispuestos a ser recibidos por el fundador entre los dominicos; como son ya sacerdotes, reciben una formación específica intensiva: corto noviciado, retoques de espíritu y ¡a predicar y fundar conventos! Han aprendido unas normas sencillas: alabar a Dios, dar doctrina y estar dispuestos a sellar con su sangre su verdad.
Cracovia está situada en una planicie ondulada, bañada por el Vístula y cercada de bosques de pinos. La ciudad está defendida por fuertes murallas. El día de todos los Santos del 1222 llegó Jacinto ya dominico y misionero. Se va haciendo conocer por los labriegos y artesanos. Tiene fama de taumaturgo. Construye un primer convento de madera y luego le llegan donaciones hasta que Cracovia se llega a convertir en cuna de predicadores del norte de Europa.
La frontera oriental limita con Prusia, aún un país pagano, semibárbaro e idólatra. Allí va Jacinto a ser su misionero. Y le sigue la fama de los milagros. Luego será la gran Rusia, con sus estepas heladas y desiertas, la que recorrerá Jacinto, llegando hasta Kiev. Por aquellas tierras sí que conocen las gentes a Jesús; pero son cismáticos quienes han predicado el Evangelio. La Iglesia católica occidental que obedece a Roma no tiene nada que hacer; pero una curación milagrosa de la ceguera de la hija del príncipe Wladimiro le abre la posibilidad de fundar el primer monasterio occidental en Rusia.
Vienen las invasiones tártaras con Batou, hijo de Gengis-Kan, al frente de sus implacables y demoledoras huestes que llegaron a las mismas puertas de Hungría, Polonia y Austria, haciendo temblar a todo el Occidente; hicieron que Jacinto hubiera de interrumpir sus quehaceres apostólicos y replegarse al interior del continente hasta que pudiera volverse a reemprender la siembra.
La leyenda áurea lo hace fundador de conventos en Noruega, Suecia, Finlandia, Escocia, Irlanda, Bulgaria, Hungría y no se sabe por cuántos sitios más. No se dispone de datos históricos con los que puedan apoyarse todas estas correrías del santo. Más bien parece que son producto de la imaginación o que intentan afirmar que fueron sus inmediatos discípulos quienes llegaron a hacer lo que materialmente él no pudo.
Muere Jacinto (o Jacek, como debió ser su genuino nombre) en su convento de Cracovia, el 15 de agosto de 1257, dejando sembrada Polonia de innumerables conventos y de frailes. No extraña, por ello, que los polacos lo tengan como patrón principal. Hizo irradiar el Evangelio hasta los confines de Europa con éxitos apostólicos en ocasiones no muy duraderos, pero que afianzaban la fe en su patria, siempre que la proyectaba hacia el exterior de sus fronteras