Liturgia y santoral 19/9/15 ML: S. JENARO
Memoria libre: SAN JENARO, obispo y mártir
1Timoteo 6,13-16
Guarda el mandamiento sin mancha, hasta la manifestación del Señor
Querido hermano: En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.
Salmo responsorial: 99
Entrad en la presencia del Señor con vítores.
Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su presencia con vítores. R.
Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas de su rebaño. R.
Entrad por sus puertas con acción de gracias, / por sus atrios con himnos, / dándole gracias y bendiciendo su nombre. R.
“El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades.” R.
Lucas 8,4-15
Los de la tierra buena son los que guardan la palabra y dan fruto perseverando
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: “Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto el ciento por uno.” Dicho esto, exclamó: “El que tenga oídos para oír, que oiga.”
Entonces le preguntaron los discípulos: “¿Qué significa esa parábola?” Él les respondió: “A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.”
SANTORAL:
Santos: Jenaro, obispo y mártir; Teodoro, Eustoquio, Secuano, obispos; Festo, Sosio, Próculo, diáconos; Desiderio, Félix, Constancia, Eustoquio, Acucio, Trófimo, Sabacio, Dorimedonte, Peleo, Nilo, Elías, mártires; Pomposa, virgen y mártir; María de Cervellón, Emilia María Guillermina Rodat, fundadora de las HH. de la Sagrada Familia; Alfonso de Orozco (beato), presbítero; María de Cervellón o de Socors, fundadora.
SAN JENARO +305
San Jenaro, obispo de Benevento, padeció el martirio en Puzzol el año 305 junto con otros seis cristianos: Festo, diácono; Desiderio, lector de la iglesia de Benevento; Socio, diácono de Misene; Próculo, diácono de Puzzol, y dos seglares de esta misma ciudad, Eutiquio y Acucio. Según el examen de sus reliquias efectuado en 1964, Jenaro parece que fue un joven (alrededor de treinta y cinco años), de buena estatura. Fue decapitado a las afueras de la ciudad y su cuerpo se depositó no lejos de Puzzol, pero en territorio de Nápoles, en Marciano. Entre el 413 y 431 fueron transportadas sus reliquias a las afueras de Nápoles, a las catacumbas que llevan su nombre y que son, sin lugar a dudas, el más importante de los cementerios paleocristianos de los alrededores de Roma. A partir de esta época se honraba ya a San Jenaro como patrono protector de la ciudad de Nápoles, que ha acudido siempre a él en el correr de los siglos en los momentos de peligro, en especial con ocasión de las catastróficas erupciones del Vesubio. Hacia el año 831, un príncipe Benevento se apoderó de las reliquias del Santo y se las llevó; pero en 1497 volvieron a Nápoles, en cuya catedral reciben veneración. Por ese tiempo, hacía ya un siglo que se había producido el célebre «milagro de la sangre de San Jenaro» (atestado desde 1389). Desde la Alta Edad Media, el culto de este Santo Mártir – superó ampliamente las fronteras de la Compañía alcanzando a todos los continentes. Uno de los parajes más bellos del universo, la bahía de Río de Janeiro, da testimonio a la popularidad de que goza en la América latina