Liturgia y santoral 2/10/14 MO: ÁNGELES CUSTODIOS
M. obligatoria: SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS
– Job 19, 21-27. Yo sé que está vivo mi Redentor.
– Sal 26. R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
– Mt 18, 1-5. 10. Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial
1 En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?»
2 El llamó a un niño, le puso en medio de ellos
3 y dijo: «Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
4 Así pues, quien se haga pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.
5 «Y el que reciba a un niño como éste en mi nombre, a mí me recibe.
10 «Guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños; porque yo os digo que sus ángeles, en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos.
SANTORAL:
Los Santos Ángeles Custodios (Fiesta patronal de los cuerpos de la Policía).
Santos: Alderaldo, Odrán, Tomás de Cantalupo, confesores; Dagamundo, abad; Eleuterio, Primo, Cirilo Secundario, mártires; Guillermo, Leodegario, obispos; Saturio, Sereno
SANTOS ÁNGELES CUSTODIOS
La fiesta del 29 de septiembre nos asociaba a los ángeles en aquello que es lo fundamental de su vocación. Pero la Memoria de los Ángeles Custodios nos trae también el recuerdo de otra función de los ángeles: la de mantener cerca de los hombres una presencia fraternal. En efecto: «Dios, en su Providencia amorosa, se ha dignado enviar para nuestra custodia a sus santos ángeles». El Antiguo Testamento evoca con frecuencia la intervención de algún ángel para guiar a los patriarcas en sus peregrinaciones o para proteger al pueblo de Dios cuando éste entra en la tierra de Canaán; y el Salmo 90 nos hace cantar: “A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en sus caminos. Te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra”. También Jesús hablaría de esa asistencia, que nos garantiza, de los ángeles. Al recordar la dignidad de los niños, declara: «Sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial». Por consiguiente, apoyándonos en sus propias palabras, le pedimos al Señor que nos veamos «Siempre defendidos por la protección de los ángeles Y gocemos eternamente de su compañía».«Dios te enviará a sus ángeles para que te guarden en todos tus caminos», dice el salmo 91, y un poeta moderno, glosando la oración infantil de «cuatro ángeles tiene mi cama», precisa más la intimidad individual con el Custodio:
«Pero un solo ángel/tiene mi espíritu./ Un solo ángel/(el más amigo)».
Antes, a los niños, después de enseñarles a rezar a Dios y a la Virgen María, se les enseñaba a invocar todas las noches al ángel de la Guarda, hermano mayor espiritual, compañero aventajado por la visión de Dios, tutor, guía, centinela, escudo, discretísimo e invisible maestro en los peligros cotidianos, aliento, aguijón, consejo, confidencia.
Y esa figura angélica – venerada en la Iglesia por lo menos desde hace quince siglos -, acoplada a nuestra debilidad como un plus sobrenatural de sostén y ayuda, aunque hoy se quiera relegar a la nursery, junto con mitos vagorosos y consoladores de hadas y enanos buenos, sigue siendo un punto de la fe para chicos y grandes.
Delegados celestiales junto a nosotros, para creer en los custodios se necesita la fe que hace niños; nos los imaginamos etimológicamente como mensajeros de Dios, radiantes y alados, con una hermosura que no es de este mundo, incondicionales del alma, dulces e inflexibles como un amigo que nos quiere bien, soplando, como apuntadores a lo divino, las inspiraciones más altas.
«Fuerte compañía – el poeta enmendaba la jaculatoria popular – que no nos desampara ni de día ni de noche, atentos a cada segundo, porque todos son preciosos, de nuestra titubeante existencia, interviniendo en ella con misteriosos aletazos que nos desconciertan. Y sabiendo que al fin nos va a presentar ante el Señor con la serena sonrisa del trabajo bien hecho (y en silencio) para que podamos llegar de su mano a la Ciudad de la Luz.