Liturgia y santoral 2/9/19 LUNES

FERIA
1Tesalonicenses 4,13-18
A los que han muerto, Dios, por medio Jesús, los llevará con él
Hermanos, no queremos que ignoréis la suerte de los difuntos para que no os aflijáis como los hombres sin esperanza. Pues si creemos que Jesús ha muerto y resucitado, del mismo modo, a los que han muerto, Dios, por medio de Jesús, los llevará con él. Esto es lo que os decimos como palabra del Señor: Nosotros, los que vivimos y quedamos para cuando venga el Señor, no aventajaremos a los difuntos. Pues él mismo, el Señor, cuando se dé la orden, a la voz del arcángel y al son de la trompeta divina, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que aún vivimos, seremos arrebatados con ellos en la nube, al encuentro del Señor, en el aire. Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Salmo responsorial: 95
El Señor llega a regir la tierra.
Cantad al Señor un cántico nuevo, / cantad al Señor, toda la tierra. / Contad a los pueblos su gloria, / sus maravillas a todas las naciones. R.
Porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, / más temible que todos los dioses. / Pues los dioses de los gentiles son apariencia, / mientras que el Señor ha hecho el cielo. R.
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos. R.
Aclamen los árboles del bosque, / delante del Señor, que ya llega, / ya llega a regir la tierra: / regirá el orbe con justicia / y los pueblos con fidelidad. R.

Lucas 4,16-30
Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres… Ningún profeta es bien mirado en su tierra
En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desarrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.” Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él.
Y él se puso a decirles: “Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.” Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: “¿No es éste el hijo de José?” Y Jesús les dijo: “Sin duda me recitaréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.” Y añadió: “Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio”.
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

SANTORAL:
• San Agrícola de Aviñón, San Antonino de Apamea, San Antolín de Pamiers, San Elpidio del Piceno, San Habib de Edesa, San Nonoso, San Siagrio de Autun, San Zenón de Nicomedia.
• Beato Bartolomé Gutiérrez, Beato Brocardo eremita, Beata Ingrid Elofsdotter, Santa Raquel.

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san Agrícola. Se le ha reconocido oficialmente como el patrón de la ciudad de Aviñón, pero sólo a partir de 1647. Esta tradición tardía dice que Agrícola nació alrededor del año 630 y que fue hijo de san Magno, un senador galoromano de la gens albina que después de la muerte de su esposa se hizo monje en Lérins y llegó a ser obispo de Aviñón. El propio Agrícola ingresó a Lérins desde la edad de catorce años e hizo ahí grandes progresos en la ciencia y la virtud, de manera que avanzó con rapidez por el camino del sacerdocio.
Al cabo de dieciséis años como monje en Lérins, su padre le llamó a la ciudad episcopal de Aviñón para nombrarle archidiácono. En aquel puesto se distinguió por sus prédicas, por su habilidad para la administración y por sus solícitos cuidados hacia los pobres, los oprimidos y los enfermos. En el año 660, san Magno consagró obispo a su hijo Agrícola y le nombró su coadjutor. Diez años más tarde, murió Magno, y san Agrícola le sucedió en la sede y en el éxito con que la administró. En la diócesis de Aviñón se le invoca tanto para atraer las lluvias como el buen tiempo.