Liturgia y santoral 21/10/13 LUNES

FERIA
– Rom 4, 20-25. También está escrito por nosotros, a quienes se nos contará si que creemos en él.
– Sal: Lc 1, 69-75. R. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.
– Lc 12, 13-21. ¿De quién será lo que has preparado?
«Uno de entre la multitud le dijo: «Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo». Pero él le respondió: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o repartidor entre vosotros?». Y añadió: «Estad alerta y guardaos de toda avaricia, porque si alguien tiene abundancia de bienes, su vida no depende de aquello que posee». Y les propuso una parábola diciendo: «Las tierras de cierto hombre rico dieron mucho fruto, y pensaba para sus adentros: “¿qué haré, pues no tengo donde guardar mi cosecha?”. Y dijo: “Esto haré: voy a destruir mis graneros, y construiré otros mayores, y allí guardaré todo mi trigo y mis bienes. Entonces diré a mi alma: alma, ya tienes muchos bienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, pásatelo bien”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche te reclamarán el alma; lo que has preparado, ¿para quién será?”. Así ocurre al que atesora para sí y no es rico ante Dios»

SANTORAL:
Santos: Aquilino, Isala, Cilina, Eufrosina, Asterio, Modesto, Dasio, Zótico, Cayo, mártires; Ursula, virgen y mártir; Hilarión, anacoreta; Griselda, virgen; Viator, Bertoldo, Mauro, confesores; Severino, Uno, obispos; Hugo, Fintano, abades; Malco, Condedio, Walfrido, eremitas; Paulina de Oña, virgen y mártir.

Imagen
Hilarión, anacoreta (291 371)
Conocemos su vida por el testimonio de muy antiguos escritores, sobre todo por San Jerónimo, en su Vita Patrum.
Nació en Tabatha, cerca de Gaza, en Palestina, de familia pagana y rica.
Como había muchos bienes, fue a estudiar a Alejandría, emporio del saber humano del tiempo.
Allí, entre la vida blanda pagana, el eclecticismo en las doctrinas, el lujo de los palacios, las diatribas en el foro y el bullicio de los mercados, conoció a los cristianos de la comunidad fundada por San Marcos, cuna del gran orador San Atanasio, su contemporáneo. Recibió el don de la fe y se bautizó, sin duda ayudado por la influencia y ejemplo de los buenos discípulos de Jesucristo.
Toma la fe recibida con todas las consecuencias. Esta es la diferencia entre los mediocres y los santos.
Cuando oyó hablar del abad Antonio, lo busca en el delta del Nilo, en la Arcadia, convive un tiempo con él y se siente llamado por Dios a imitarle en la vida de oración, cabalgando con la soledad y la penitencia por amor a Jesucristo. Por eso, a su vuelta al hogar paterno, cuando sus padres han muerto y es dueño de una pingüe herencia, nada dificulta el arranque de su nuevo proyecto de vida.
Es la hora de «vender» lo que se tiene y de «darlo» a los pobres para tener un «tesoro en el cielo».
Pobreza extrema en el retiro de Majuma, oración profunda, penitencia grande, ayunos, consejos a quien lo pide y servicio amplio al necesitado hasta el milagro.
Tiene deseos de huir del aura popular que lo rodea, ansía la soledad y la busca, embarcándose para Sicilia; pero allí también sus milagros le delatan. El retorno a Alejandría es inútil porque la persecución de Juliano el Apóstata ha destruido, en el año 362, el monasterio de Majuma. Se traslada a Dalmacia donde se le une Hesiquio. Vivió sus últimos cinco años en Chipre entre paganos que no le facilitan en nada la existencia, pero le respetan por su virtud y por curar al jefe con un milagro.
Sintiéndose morir, deja escrito al discípulo Hesiquio que le entrega sus bienes en herencia: el Evangelio, su túnica, su cogulla y un pequeño manto.