Liturgia y santoral 26/10/15 LUNES
FERIA
Romanos 8,12-17
Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba!” (Padre)
Hermanos: Estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba!” (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Salmo responsorial: 67
Nuestro Dios es un Dios que salva.
Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, / huyen de su presencia los que lo odian. / En cambio, los justos se alegran, / gozan en la presencia de Dios, / rebosando de alegría. R.
Padre de huérfanos, protector de viudas, / Dios vive en su santa morada. / Dios prepara casa a los desvalidos, / libera a los cautivos y los enriquece. R.
Bendito el Señor cada día, / Dios lleva nuestras cargas, / es nuestra salvación. / Nuestro Dios es un Dios que salva, / el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R.
Lucas 13,10-17
A ésta, que es hija de Abrahán, ¿no había que soltarla en sábado?
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad.” Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: “Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.” Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: “Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo llevaba a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?” A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
SANTORAL:
Santos: Rogaciano, Felicísimo, Luciano, Marciano, Heráclides, Tito, Floro, Eliavo, mártires; Alor, Amando, Basilio, Eata, Dorgan, Derbilia, Daría, Leptina, Atanasio, confesores; Beano, Gutberto, Fulco, Gaudioso, obispos; Evaristo, papa; Cenid, monje.
San Evaristo, papa y mártir (s. II)
Nació por los años 60, de una familia judía asentada en tierras griegas. Recibió educación judía y aprendió en los liceos helénicos.
No se conocen datos de su conversión al cristianismo, pero se le ve ya en Roma como uno de los presbíteros muy estimados por los fieles que, lleno de celo, eleva el nivel de la comunidad de cristianos de la ciudad, entregándose por completo a mostrarle a Jesucristo. Amplio conocedor de la Sagrada Escritura, es docto en la predicación y humilde en el servicio.
Muerto mártir el Papa Anacleto, sucesor de Clemente, la atención se fija en Evaristo. Por humildad se resistió con todas las fuerzas posibles a asumir la dignidad que comportaba tan alto servicio. El día 27 de Julio del año 108 tuvo la Iglesia por Papa a Evaristo.
Atendió cuidadosamente las necesidades del rebaño: Defiende la verdadera fe contra los errores gnósticos. Establece normas que afectan a la consagración y trabajo pastoral de los Obispos y de los diáconos. Manda la celebración pública de los matrimonios. Se ocupa de la vida de los fieles, esbozándose ya una cierta administración territorial, para su mejor atención y gobierno. También escribió cartas a los fieles de Africa y de Egipto.
Murió mártir, siendo Trajano emperador, hacia el 117.
La iglesia del tiempo cada día crece en número, pero está perseguida por las leyes; es silenciosa y fuerte en la fe, oculta y limpia en las obras; vive dentro del Imperio en estado latente, desplegando poco a poco su potencialidad al soplo del Espíritu.