Liturgia y santoral 27/2/14 JUEVES

FERIA
– Sant 5, 1-6. El jornal defraudado a los obreros está clamando contra vosotros, y su clamor ha llegado hasta el oído del Señor.
– Sal 48. R. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
– Mc 9, 41-50. Más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno
41 «Todo aquel que os dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que no perderá su recompensa.»
42 «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que mueven los asnos y que le echen al mar.
43 Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos, ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna.
47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna,
48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga;
49 pues todos han de ser salados con fuego.
50 Buena es la sal; mas si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros y tened paz unos con otros.»

SANTORAL:
Santos: Leandro, obispo; Gabriel de la Dolorosa, Baldomero, Onésima, Geroncio, confesores; Alejandro, Acundio, Antígono, Fortunato, Julián, Euno, mártires; Procopio, monje; Taleo, eremita

Imagen
Leandro, obispo (c.a. 535-601)
¿Qué secreto poseía aquella familia de Cartagena que supo poner en los altares a sus tres hijos? Porque no hay duda de la influencia de los padres en la vida de sus hijos tanto para bien como para mal. Eso no quiere decir que los hijos que han nacido en buena y cristiana familia tengan una póliza de seguro que les garantice la fidelidad a los principios que mamaron ni tampoco que quienes conocieron a unos padres mediocres estén condenados irreparablemente a la desgracia moral. No. Pero, hechas las salvedades y sabiendo que el uso de la libertad es privado y personal, no cabe duda -es testigo la historia- de la impronta que deja en los retoños el estilo de quienes los engendraron y educaron. En este caso, Leandro tuvo otros dos hermanos que están como él en los altares, Isidoro que le sucedió en el arzobispado de Sevilla, y santa Florentina.
Su nacimiento fue en torno al 535. La familia emigra a Sevilla y, cuando tiene la edad, Leandro entra el un monasterio. Es nombrado metropolitano de Sevilla. Funda una escuela de artes y ciencia que la concibe como instrumento para difundir la doctrina ortodoxa en medio de una España que está inficcionada de arrianismo, particularmente en la corte visigoda. Dos hijos del rey arriano Leovigildo están formándose en su escuela, Hermenegildo y Recaredo.
Leovigildo asienta en Toledo la capital del reino visigodo. Su hijo Hermenegildo será su igual en la Bética y residirá en Sevilla; por su ciencia, bondad y celo Hermenegildo se convierte a la fe nicena con el ejemplo y apoyo de su esposa Igunda. Pero en Toledo hay reales aires de grandeza; el rey piensa que el principio de unidad y estabilidad está en la religión arriana; se enciende la persecución contra la fe católica con fuego y espada, incluidos los territorios de la Bética, en la que su propio hijo Hermenegildo morirá mártir.
Leandro ha sido obligado a abandonar su Iglesia y su patria. Aprovecha el destierro para pedir ayuda al emperador de Bizancio. En Constantinopla se encuentra con Gregorio, que ha sido enviado por el papa Pelagio -lo sucederá luego en la Sede romana- con quien traba una gran amistad; le anima a poner por escrito los libros Morales -comentario al libro de Job- que influirán de un modo decisivo en la ascética de todo el Medievo.
Vuelve a Sevilla su Arzobispo al disminuir la tensión del rey Leovigildo y lo verá morir. Leandro, en el 589, convoca el III Concilio de Toledo donde Recaredo, que ha sucedido a su padre en el trono, abjura de los errores arrianos y hace profesión de fe católica lográndose la unidad del reino visigodo y la paz. Sobreviene como esperada consecuencia una renovación en la vida religiosa, un resurgir de las letras y una fresca ganancia en el terreno de las artes. La conversión paulatina a la fe católica de los arrianos visigodos del reino es sincera y la deseada unidad ha encontrado el vínculo de cohesión en la unidad de la fe. Lo que intuyó el rey Leovigildo, pero con signo contrario; en esta ocasión, triunfó la verdad.
Ahora y hasta su muerte en el año 601, el sabio y santo Arzobispo deja de ser un hombre influyente en la política del reino. Le ocupa el alma el ansia de hacer el bien. Mucha oración, atención a las obligaciones pastorales, estudio de la Sagrada Escritura, penitencia por los pecados de su vida, y la carta que escribe a su hermana Florentina que llega a servir de pauta para la vida monástica femenina hasta el punto de ser llamada «la regla de San Alejandro» le llenaron su tiempo.
Sevilla tiene motivos para mostrar orgullo con un santo así ¿verdad? Hay quien afirma que los santos pertenecen a todos y posiblemente no les falte razón