Liturgia y santoral 30/10/15 VIERNES

FERIA
Romanos 9,1-5
Quisiera ser un proscrito por el bien de mis hermanos

Hermanos: Digo la verdad en Cristo; mi conciencia, iluminada por el Espíritu Santo, me asegura que no miento. Siento una gran pena y un dolor incesante en mi corazón, pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne, quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo. Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto y las promesas. Suyos son los patriarcas, de quienes, según la carne, nació el Mesías, el que está por encima de todo: Dios bendito por los siglos. Amén.
Salmo responsorial: 147
Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén; / alaba a tu Dios, Sión: / que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, / y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R.
Ha puesto paz en tus fronteras, / te sacia con flor de harina. / Él envía su mensaje a la tierra, / y su palabra corre veloz. R.
Anuncia su palabra a Jacob, / sus decretos y mandatos a Israel; / con ninguna nación obró así, / ni les dio a conocer sus mandatos. R.
Lucas 14,1-6
Si a uno se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca, aunque sea sábado?

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: “¿Es lícito curar los sábados, o no?” Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: “Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?” Y se quedaron sin respuesta.

SANTORAL:
Beata Bienvenida Bolani, virgen; Beato Domingo Collins, mártir; Cenobio y Teonesto, obispos; Julián, Euno, Macario, Saturnino, Máximo, Lucano y Eutropia, mártires.

Imagen
SANTOS VICTORICO, CLAUDIO Y LUPERCIO
Estos tres hermanos alcanzan la palma del martirio en León, decapitados de orden del presidente Diogeniano.
Su recuerdo va unido filialmente al del centurión San Marcelo, que por estar al servicio de Cristo había sido degollado poco antes en Tánger, el 30 de octubre del año 298; cumplimentando una sentencia de Aurelio Agricolano, a la que había respondido el centurión: Dios te lo pague.