Liturgia y santoral 4/4/13 JUEVES OCTAVA PASCUA

JUEVES DE LA OCTAVA DE PASCUA
– Hch 3, 11-26. Matasteis al autor de la vida; pero Dios lo resucitó de entre los muertos.
– Sal 8. R. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! O bien: Aleluya.
– Secuencia (ad libitum). Ofrezcan los cristianos…
– Lc 24, 35-48. Así está escrito: el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos al tercer día
En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros.” Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.”
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: “¿Tenéis ahí algo de comer?” Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: “Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.” Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto.”

SANTORAL:
Santos: Benito «el Negro» de Palermo, Platón, monjes; Agatópode, Teódulo, mártires; Víctor, Ecio, obispos y mártires; Zósimo, Teonás, anacoretas; Teodora, virgen; Jorge, eremita; Aleth, madre de san Bernardo.

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San Platón, monje de Constantinopla, nació en 734. Habiendo perdido a sus padres desde niño, se educó con un tío, que era tesorero del palacio imperial. Manifestó una gran capacidad para los negocios, lo mismo que para las letras. Todo le prometía un gran porvenir en la corte, cuando a la edad de veinte años repartió todos sus bienes a los pobres y se fue a vivir en un monasterio que había en la cima del monte Olimpo. No tardó en ser abad, y más tarde fue llamado para gobernar un monasterio de Constantinopla. En una época de corrupción, su voz se levantó con una energía sobrehumana en las iglesias y en los pórticos de los palacios. Fue encarcelado por haberse opuesto al divorcio de Constantino Coprónimo, que en 789 abandonó a su esposa legitima; fue desterrado por protestar contra las arbitrariedades del emperador Nicéforo en cosas religiosas. Rechazó humildemente su nombramiento de Obispo de Nicomedia. Murió santamente en su retiro de religioso, en el año 813, casi octogenario.