Liturgia y santoral 5/6/19 MO: S. BONIFACIO

M. obligatoria: SAN BONIFACIO, obispo y mártir
Hechos 20,28-38
Os dejo en manos de Dios, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia
En aquellos días, decía Pablo a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso: “Tened cuidado de vosotros y del rebaño que el Espíritu Santo os ha encargado guardar, como pastores de la Iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre. Ya sé que, cuando os deje, se meterán entre vosotros lobos feroces, que no tendrán piedad del rebaño. Incluso algunos de vosotros deformarán la doctrina y arrastrarán a los discípulos. Por eso, estad alerta: acordaos que durante tres años, de día y de noche, no he cesado de aconsejar con lágrimas en los ojos a cada uno en particular. Ahora os dejo en manos de Dios y de su palabra de gracia, que tiene poder para construiros y daros parte en la herencia de los santos. A nadie le he pedido dinero, oro ni ropa. Bien sabéis que estas manos han ganado lo necesario para mí y mis compañeros. Siempre os he enseñado que es nuestro deber trabajar para socorrer a los necesitados, acordándonos de las palabras del Señor Jesús: “Hay más dicha en dar que en recibir.””
Cuando terminó de hablar, se pusieron todos de rodillas, y rezó. Se echaron a llorar y, abrazando a Pablo, lo besaban; lo que más pena les daba era lo que había dicho, que no volverían a verlo. Y lo acompañaron hasta el barco.

Salmo responsorial: 67
Reyes de la tierra, cantad a Dios.
Oh Dios, despliega tu poder, / tu poder, oh Dios, que actúa en favor nuestro. / A tu templo de Jerusalén / traigan los reyes su tributo. R.
Reyes de la tierra, cantad a Dios, / tocad para el Señor, / que avanza por los cielos, / los cielos antiquísimos, / que lanza su voz, su voz poderosa: / “Reconoced el poder de Dios.” R.
Sobre Israel resplandece su majestad, / y su poder, sobre las nubes. / ¡Dios sea bendito! R.

Juan 17,11b-19
Que sean uno, como nosotros
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: “Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura.
Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.”

SANTORAL:
• San Bonifacio de Crediton, San Doroteo, San Eoban, San Eutiquio de Como, San Franco de Assergi, San Ilidio de Arvernia, San Pedro Spanò, San Sancho, San Pacho.
• Beato Fernando de Portugal, Beato Pacífico Ramati, Beato Sancho de Córdoba.

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Bonifacio (680-754), santo y mártir inglés.
Llamado «apóstol de Alemania», nació en Crediton, Devonshire. Pertenecía a una buena familia y ya manifestó a muy temprana edad y en contra de la voluntad de su padre, su deseo de entrar en la vida monástica. Empezó sus estudios teológicos en los monasterios de Exeter y Nutcell, y profesó a los treinta años.
En 715 realiza una expedición misionera a Frisia, con el fin de convertir a los paganos del Norte de Europa predicando en anglosajón, lengua muy similar a la frisona, pero sus esfuerzos resultaron vanos a causa de la guerra que enfrentaba a Carlos Martel y a Radbol, rey de los frisones.
En 718, Bonifacio visita Roma y el Papa Gregorio II le encarga la misión de organizar la Iglesia en Alemania y evangelizar a los paganos. Durante cinco años recorre Turingia, Hesse y Frisia, y regresa a Roma para informar de todo ello al Papa. En esta ocasión el Papa le nombra obispo y Bonifacio retorna a Alemania con plenos poderes. Bautiza a miles de paganos y se implica en los problemas de numerosos cristianos que habían perdido el contacto con la jerarquía de la Iglesia católica.
En 738 acude a Roma nuevamente donde, el sucesor de Gregorio II, Gregorio III le nombra arzobispo y delegado papal. Continúa su misión por Baviera, y funda los obispados de Salzburgo, Ratisbona, Freising y Nassau. En 742, con uno de sus principales discípulos, Sturm, funda la abadía de Fulda, no muy lejos de la misión de Fritzlar, y el obispado de Büraburg, ambos creados por Bonifacio. Se interesó con gran celo en el desarrollo de esta abadía que llegó a ser el centro principal para la formación de los monjes. Inicialmente, su construcción fue financiada por Pipino el Breve, hijo de Carlos Martel. El apoyo de los mayordomos de palacio y, más tarde, de los primeros Pipinides y reyes carolingios, fue crucial para Bonifacio que logró mantener el equilibrio entre su ayuda y la del papado, así como la de los gobernadores de Agilolfing de Baviera. En 746 es nombrado obispo de Maguncia.
Cuando regresa de Baviera, Bonifacio prosigue con sus misiones en Alemania, donde funda las diócesis de Würzburg, Erfurt y Buraburg. Nombra a sus discípulos obispos y consigue que estos tengan una cierta independencia con respecto al poder carolingio. Organiza unos sínodos provinciales en la Iglesia franca y aunque sus relaciones con el rey de los francos son a veces azarosas, corona a Pipino el Breve en Soissons, en 751 consagrándole en marzo del año siguiente. Continúa ocupándose de los asuntos internos de su país de origen, y envía, en 746, una larga carta de reprimenda al rey Ethelbaldo de Mercia, en la que muestra su disconformidad por las costumbres sexuales que le parecen un mal ejemplo para los pueblos no cristianizados todavía.
Nunca renunció, en su interior, a convertir a los frisones. En 750, nombra a su discípulo, Gregorio, abad de la abadía de San Martín de Utrecht, enseñándole y ayudándole en la administración de la diócesis, la menos cristianizada de su vasto campo de apostolado. Pasa un largo tiempo en Frisia y, en 754, bautiza a un gran número de habitantes de esta región que, en su mayoría, es todavía, pagana.
El 5 de junio de 754, Bonifacio, por entonces cercano a los setenta años, junto con una cincuentena de sus compañeros, es asesinado en Flandes, cerca de la ribera de Borré Becque, entre Kassel y Hazebrouck, al este de Saint-Omer, a unos cuarenta kilómetros de Dunkerque. El hecho de que ciertos escritos históricos actuales sitúen el lugar de su muerte en Dokkum, en Frisia (Países Bajos) nace de la falsificación de un antiguo texto escrito por un monje de Utrecht del siglo XIII que cambió el nombre original de Dockynchirica (Dunkerque) por el de Dockinga, nombre primitivo de Dokkum. El departamento de Dokkum que no existía en 754, se menciona siempre como el lugar en el que murió Bonifacio, pese a que, hoy en día, un gran número de historiadores medievalistas refutan esta afirmación.
Se encuentran, recogidos por Serrarius, 1605 in-4, Sermones y Cartas de Bonifacio, que fueron reeditadas por Giles, en Londres, en 1844. Su discípulo, Willibal, escribió su Vida en latín y sus últimas palabras fueron «Ánimo en Cristo».
Sus principales atributos son: el hábito de obispo, la mitra y un libro cruzado por una espada. En ocasiones se le representa bautizando a los conversos, con un pie encima de un roble abatido que simboliza el sometimiento de la religión pagana.
A Bonifacio se le atribuye la invención del árbol de Navidad Según la leyenda, cortó un roble decorado, consagrado a Thor; y lo cambió por un pino, cambiándole su significado por completo.
San Bonifacio es el patrón de los cerveceros, de los sastres y de los petroleros