Liturgia y santoral 7/7/15 MARTES
FERIA
Génesis 32,22-32
Te llamarás Israel, porque has luchado con dioses y has podido
En aquellos días, todavía de noche se levantó Jacob, tomó a las dos mujeres, las dos siervas y los once hijos y cruzó el vado de Yaboc; pasó con ellos el torrente e hizo pasar sus posesiones. Y él quedó solo. Un hombre luchó con él hasta la aurora; y, viendo que no le podía, le tocó la articulación del muslo y se la dejó tiesa, mientras peleaba con él. Dijo: “Suéltame, que llega la aurora.” Respondió: “No te soltaré hasta que me bendigas.” Y le preguntó: “¿Cómo te llamas?” Contestó: “Jacob.” Le replicó: “Ya no te llamarás Jacob, sino Israel, porque has luchado con dioses y con hombres y has podido.” Jacob, a su vez, preguntó: “Dime tu nombre.” Respondió: “¿Por qué me preguntas mi nombre?” Y le bendijo.
Jacob llamó a aquel lugar Penuel, diciendo: “He visto a Dios cara a cara y he quedado vivo.” Mientras atravesaba Penuel salía el sol, y él iba cojeando. Por eso los israelitas, hasta hoy, no comen el tendón de la articulación del muslo, porque Jacob fue herido en dicho tendón del muslo.
Salmo responsorial: 16
Yo con mi apelación vengo a tu presencia, Señor.
Señor, escucha mi apelación, / atiende a mis clamores, / presta oído a mi súplica, / que en mis labios no hay engaño. R.
Emane de ti la sentencia, / miren tus ojos la rectitud. / Aunque sondees mi corazón, / visitándolo de noche, / aunque me pruebes al fuego, / no encontrarás malicia en mí. R.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; / inclina el oído y escucha mis palabras. / Muestra las maravillas de tu misericordia, / tú que salvas de los adversarios / a quien se refugia a tu derecha. R.
Guárdame como a las niñas de tus ojos, / a la sombra de tus alas escóndeme. / Pero yo con mi apelación vengo a tu presencia, / y al despertar me saciaré de tu semblante. R.
Mateo 9,32-38
La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos
En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: “Nunca se ha visto en Israel cosa igual.” En cambio, los fariseos decían: “Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.” Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.”
SANTORAL:
Santos: Benedicto XI, papa; Fermín, Amón, Angelelmo, Apolonio, Ercamberto, Ilidio, Odón, Willebaldo, obispos; Cernín (Saturnino), Edas, Edilburga, Félix, Julia, Jocunda, Panteno, Peregrino, Luciano, Pompeo, Claudio, Nicostrato, Castoro, Victorino, Sinforiano, Hesiquio, Papio, mártires; Tomás, Sigiboldo, Panteno, Pedro Fourier, confesores; mártires franciscanos de Hunan Meridional: Antonio Fantosati, obispo; José María Gambaro, Cesidio Giacomantonio, sacerdotes; 7 franciscanas Misioneras de María; 11 franciscanos seglares, y 3 fieles laicos chinos.
Fermín, obispo († s. II ?)
Pampilón para los romanos, Iruña para los vascos –sus pobladores de siempre– y Pamplona en la actualidad. A orillas del Arga, pequeña meseta entre montañas y punto de confluencia en los trazados de las vías romanas por la situación estratégica que unía las ubérrimas tierras de Aquitania –más allá de los montes– con los feraces campos ribereños del Ebro.
Es san Fermín su patrón y cada año, en los primeros días del estío, la celebración de su fiesta revoluciona la ciudad que se convierte por un breve tiempo en un continuo ir y venir, correr y saltar ruidoso, explosivo, alegre, cantante y bullanguero de sus gentes; muchos con pañoleta roja anudada al cuello; otros vestidos de camisa, pantalón blanco y calzados con zapatilla ligera; los más sin señal externa en la indumentaria, pero con retozos en el alma por la fiesta del patrón. ¡Que algo queda de la fe que plantó! No hay mucho que pueda señalarse acerca de su vida. Sí que nació en un ambiente marcado por el paganismo. Tan pagano era el politeísmo de la mitología romana que pretende dominar tierras y hombres, como paganismo era el uso de los adoradores de dioses ancestrales que daban culto a fuentes, ríos, árboles y hacían ofrendas en las encrucijadas de los caminos del bosque. No hay seguridad histórica sobre los datos de su nacimiento, y pocos son los apoyos firmes acerca del momento exacto en que vivió; de hecho, hasta hoy los entendidos discuten entre ellos intentando la mayor aproximación posible.
Se da por probado que sus padres eran romanos: Firmo, alto funcionario de la administración en el lugar, y su esposa Eugenia, matrona ilustre por su ascendencia noble. Conocieron al presbítero Honorato que, con sencillez y gravedad, les enseñó los rudimentos de la fe cristiana; para eso había sido enviado desde las Galias por el obispo Saturnino que apostolizaba la región del Languedoc. Luego será el mismo obispo Saturnino quien venga a Pamplona –llamada también por las Actas Pompanyópolis– para bautizar a los primeros cristianos navarros. Y poco después, recién bautizado, Fermín vivirá tras los Pirineos; llegará más adelante a ordenarse sacerdote y luego será consagrado obispo de Pamplona –el primero– donde organizará a su rebaño creciente, ordenará sacerdotes y dispondrá lo necesario para extender la salvación.
Da testimonio de Cristo con valentía y audacia desconocida hasta el momento por más tierras que las navarras. Se le vio evangelizando en Agen, Auvernia, Angers, Anjou y Normandía. En Beauvais dicen que estuvo preso. La Picardía y los Países Bajos conocieron al santo y en Amiens –que también lo tiene por patrón, aunque celebra su fiesta en distinta fecha– fue decapitado.
Dicen que un neoconverso por nombre Faustiniano recogió su cadáver y le dio sepultura en su misma propiedad hasta que más tarde trasladaron sus restos a la iglesia que el mismo Fermín construyó.
Más adelante, se repartieron sus reliquias entre Amiens y Pamplona