Liturgia y santoral 7/8/19 ML: SAN SIXTO II
M. libre: SAN SIXTO II, papa, y COMPAÑEROS, mártires
Números 13,1-2.25; 14,1.26-30.34-35
Despreciaron una tierra envidiable
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés en el desierto de Farán: “Envía gente a explorar el país de Canaán, que yo voy a entregar a los israelitas: envía uno de cada tribu, y que todos sean jefes.” Al cabo de cuarenta días volvieron de explorar el país; y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la comunidad israelita, en el desierto de Farán, en Cadés. Presentaron su informe a toda la comunidad y les enseñaron los frutos del país. Y les contaron: “Hemos entrado en el país adonde nos enviaste; es una tierra que mana leche y miel; aquí tenéis sus frutos. Pero el pueblo que habita el país es poderoso, tienen grandes ciudades fortificadas (hemos visto allí hijos de Anac). Amalec vive en la región del desierto, los hititas, jebuseos y amorreos viven en la montaña, los cananeos junto al mar y junto al Jordán.”
Caleb hizo callar al pueblo ante Moisés y dijo: “Tenemos que subir y apoderarnos de esa tierra, porque podemos con ella.” Pero los que habían subido con él replicaron: “No podemos atacar al pueblo, porque es más fuerte que nosotros.” Y desacreditaban la tierra que habían explorado delante de los israelitas: “La tierra que hemos cruzado y explorado es una tierra que devora a sus habitantes; el pueblo que hemos visto en ella es de gran estatura. Hemos visto allí gigantes, hijos de Anac: parecíamos saltamontes a su lado, y así nos veían ellos.” Entonces toda la comunidad empezó a dar gritos, y el pueblo lloró toda la noche. El Señor dijo a Moisés y Aarón: “¿Hasta cuándo seguirá esta comunidad malvada protestando contra mí? He oído a los israelitas protestar de mí. Pues diles: “Por mi vida -oráculo del Señor-, que os haré lo que me habéis dicho en la cara; en este desierto caerán vuestros cadáveres, y de todo vuestro censo, contando de veinte años para arriba, los que protestasteis contra mí no entraréis en la tierra donde juré que os establecería. Sólo exceptúo a Josué, hijo de Nun, y a Caleb, hijo de Jefoné. Contando los días que explorasteis la tierra, cuarenta días, cargaréis con vuestra culpa un año por cada día, cuarenta años. Para que sepáis lo que es desobedecerme. Yo, el Señor, juro que trataré así a esta comunidad perversa que se ha amotinado contra mí: en este desierto se consumirán y en él morirán.”
Salmo responsorial: 105
Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
Hemos pecado con nuestros padres, / hemos cometido maldades e iniquidades. / Nuestros padres en Egipto / no comprendieron tus maravillas. R.
Bien pronto olvidaron sus obras, / y no se fiaron de sus planes: / ardían de avidez en el desierto / y tentaron a Dios en la estepa. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador, / que había hecho prodigios en Egipto, / maravillas en el país de Cam, / portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos; / pero Moisés, su elegido, / se puso en la brecha frente a él, / para apartar su cólera del exterminio. R.
Mateo 15,21-28
Mujer, qué grande es tu fe
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.” Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: “Atiéndela, que viene detrás gritando.” Él les contestó: “Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.” Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: “Señor, socórreme.” Él le contestó: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos.” Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.” Jesús le respondió: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.” En aquel momento quedó curada su hija.
SANTORAL:
• Santa Afra de Augsburgo, San Alberto de Mesina, San Cayetano de Thiene, San Donaciano, San Donato de Arezzo, San Donato de Besançon, San Miguel de la Mora, San Sixto II, San Victricio, San Mamés.
• Beato Alberto de Sassoferrato, Beato Agatángel de Vendome, Beato Casiano de Nantes, Beato Edmundo Bojanowski, Beato Jordán Forzaté, Beato Nicolás Postgate, Beato Vicente de L’Aquila.
Sixto II (* Grecia, ¿? – † Roma, 6 de agosto de 258) fue el Papa nº 24 de la Iglesia católica de 257 a 258.
Elegido para suceder a Esteban I, fue el primer papa de la historia en llevar un nombre ya utilizado por un predecesor.
Tras la ruptura de la Iglesia romana con las Iglesias de África y Asia menor que se había producido durante el pontificado de Esteban I a raíz de la controversia sobre los lapsi y sobre la validez del bautismo administrado por estos, Sixto II logró poner fin a la disputa que enfrentaba a la cristiandad al renunciar a imponer la postura defendida por Roma.
Su pontificado se inició poco después de que el emperador Valeriano hubiera proclamado un edicto de persecución contra los cristianos en el que prohibía el culto cristiano y las reuniones en los cementerios y, según el martirologio romano, Sixto fue detenido mientras estaba celebrando misa en el cementerio de Pretextato muriendo mártir al ser decapitado (según la tradición en la Cárcel Mamertina) junto a los diáconos Januarius, Vincentius, Magnus y Stephanus, que lo acompañaban en la celebración eucarística. Ese mismo día también sufrieron el martirio los diáconos santos Felicísimo y Agapito, y poco después el diácono san Lorenzo.
Al papa Sixto II se le atribuyó en alguna época la autoría de la obra Sentencias de Sexto, también conocida como “Anillo de Sixto”, obra que en realidad es debida a un filósofo pitagórico llamado también Sixto.
El papa Sixto II efectuó el traslado de los restos de San Pedro y San Pablo.