Liturgia y santoral 8/11/15 XXXII DOMINGO ORDINARIO

XXXII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
1Reyes 17, 10-16
La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías

En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Sarepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.” Mientras iba a buscarla, le gritó: “Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.” Respondió ella: “Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.” Respondió Elías: “No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y para tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”.” Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo. Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.
Salmo responsorial: 145
Alaba, alma mía, al Señor

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos. R.
El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos,/ el Señor guarda a los peregrinos. R.
Sustenta al huérfano y a la viuda / y trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios, Sión, de edad en edad. R.
Hebreos 9, 24-28
Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres – imagen del auténtico-, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros. Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces- como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo-. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo. Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio. De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos. La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.
Marcos 12, 38-44
Esa pobre viuda ha echado más que nadie.

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: “¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.” Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a los discípulos, les dijo: “Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.

SANTORAL:
Claudio, Nicostrato, Sinforiano, Castorio, Simplicio, mártires; Godofredo, abad; Diosdado y Claro, presbíteros; Alvito, Mauro, Wilehado y Godefrido, obispos.

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LOS CUATRO SANTOS CORONADOS 306
Que es posible que fueran más, porque en la identificación de estos mártires se mezclan noticias muy confusas. Tal vez se trate de dos grupos diferentes de santos, cinco canteros de la Panonia inferior, en la actual Yugoslavia, y cuatro suboficiales romanos, cornicularii, que llevaban una insignia de metal llamada corniculum (estos últimos explican el nombre de coronados).
Sea como fuere, ya en el siglo IV se levantó en Roma, muy cerca del Coliseo, una iglesia en su honor que fue destruida por los normandos, más tarde rehecha y por fin restaurada en varias ocasiones. Allí se conservan unas reliquias veneradas desde muy antiguo.
Los cinco canteros de Sirmium (Sremska Mitrovica) se llamaban Claudio, Nicostrato, Sinforiano, Castorio y Simplicio, y al negarse a esculpir un ídolo que podía dar ocasión de idolatrar fueron metidos en cajas de plomo selladas que se arrojaron a un río.
Más incierta parece ser la historia de cuatro hermanos (Severo, Severiano, Carpóforo y Victorino), todos cornicularii, a quienes se exigió que quemaran incienso ante una estatua del dios Esculapio en las termas de Trajano. Se les supone muertos a consecuencia de bárbaros azotes.
Los cuatro (o cinco) canteros – que durante la Edad Media fueron patronos de las cofradías de canteros y albañiles – nos parecen mártires de una concepción muy alta en su oficio, ya que murieron por no creer que el arte es neutral y que lo purifica todo. Por encima del arte – y del deber militar en el caso de los cornicularii – afirmaban una responsabilidad mayor de la que nada ni nadie podía eximirles, y ésta es la razón de su corona de gloria que hoy celebra el calendario.