En los últimos años del siglo XVI, adquiere tal importancia, que la capilla conventual resulta pequeña, “por el mucho concurso de gentes que de ordinario asisten” y para obviar tan grave inconveniente, los hermanos juntos y congregados en la sala donde tienen por uso y costumbre celebrar sus cabildos, acordaron por voto unánime, pedir al Ayuntamiento ciertos suelos, que tenía en el testero de la Costanilla, al final de las Platerías, donde habla de edificar la iglesia, hospital, y demás dependencias.